
¿Quién dice que lo diverso choca? ¿Quien puede firmar y afirmar que no se puede juntar muchas especies dentro de una misma bolsa sin que se desgarren las almas? El que lo haga sepa que está equivocado.
Quien ve inconsistencia en la variedad es, quizá él sí, un inestable emocional, pobre por no poder apreciar el valor de aquello que nos construye justamente como sociedad, como personas, como muestras culturales: la diversidad.
La desemejanza permite la nutrición mental, la abundancia redunda en las ideas, los pensamientos, la avidez por conocer.
No debemos asustarnos por lo extraño: el extrañamiento es un buen síntoma.
Quien pueda juntar una noche a los más diversos personajes humanos lo podrá saber, lo habrá vivenciado: quien junte un demonio, un ceniciento, un Bill argentino, un millonario empresario, un lacaniano, un borracho de la última hora, un pendejo atrevido, un sabio que más sabe por viejo que por sabio, una jefa patronal de las más jodidas, un arreglotodoconalambrecomosea, un cantaor, un rrpp gay que se sube al primer tren cualquiera sea el destino, una bailaora, una condesa real, un yoguiman que está de vuelta y una organizadora de eventos que los reúna a todos; ése, será quién pueda dar fe de lo que estoy diciendo.
Amemos la diversidad por sobre todas las cosas. Diversidad es normalidad. Diversidad es riqueza.
Juro que hace bien.
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